• En el Día Internacional del Conservador Restaurador, Yareli Jáidar Benavides destaca el prestigio de los especialistas mexicanos.
• La UNAM resguarda más de 22 mil objetos documentados, incluidos obras de arte, textiles e instrumentos musicales.
El vasto patrimonio cultural de México, que abarca desde piezas paleontológicas hasta obras modernas y contemporáneas, constituye un tesoro invaluable que resguarda la memoria histórica de la nación. En este contexto, la labor de los conservadores y restauradores resulta esencial para documentar, analizar y preservar estos bienes culturales, según enfatiza Yareli Jáidar Benavides, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM.
“Su trabajo no es simplemente reparar una cerámica o embellecer un cuadro; tienen en sus manos la historia de nuestro país”, afirmó Jáidar Benavides, destacando que esta tarea es compleja e interdisciplinaria, requiriendo conocimientos en áreas como historia, química, biología y arqueología.
El reconocimiento internacional de los expertos mexicanos
México cuenta con especialistas altamente reconocidos a nivel global, muchos de los cuales colaboran con organismos internacionales como el Centro Internacional de Estudios para la Conservación y Restauración de Bienes Culturales (ICCROM) en Roma, Italia. Además, instituciones como la UNAM conservan un acervo cultural único que incluye más de 22 mil objetos documentados, desde mobiliario hasta obras artísticas.
A través del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC), se desarrollan innovaciones tecnológicas y protocolos de diagnóstico y restauración. Estas herramientas han sido utilizadas en colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) para preservar diversos bienes culturales.
Conservación y restauración: más que preservar, entender la historia
Según Jáidar Benavides, la conservación implica salvaguardar los bienes culturales respetando su autenticidad y valores, permitiendo su transmisión a futuras generaciones. Esto incluye la conservación preventiva, intervenciones directas y restauración. Por ejemplo, la conservación preventiva busca proteger las condiciones ambientales de las piezas, mientras que la restauración se centra en facilitar su apreciación y comprensión, siempre bajo principios éticos como la mínima intervención y el respeto a la autenticidad.
Proyectos recientes liderados por la UNAM incluyen el análisis de los murales de David Alfaro Siqueiros en La Tallera, ubicada en Cuernavaca, y el estudio de una cabeza de serpiente prehispánica hallada en la Antigua Escuela de Jurisprudencia. Esta última pieza, escondida durante 500 años bajo lodo y agua, conserva un 80% de su policromía original, siendo una de las esculturas mexicas más coloridas documentadas hasta ahora.
La formación de nuevos especialistas
En México, cada año egresan aproximadamente 50 nuevos profesionales en conservación y restauración de instituciones como la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete” y otras universidades. Sin embargo, aún se requiere mayor información sobre la cantidad de especialistas activos en el país.
Jáidar Benavides enfatiza que cualquier intervención debe estar basada en investigación rigurosa y en el conocimiento profundo de los materiales y técnicas para evitar daños irreversibles. “La mejor manera de conservar el patrimonio cultural es garantizar que esté en manos de profesionales capacitados”, concluyó.
El Día Internacional del Conservador Restaurador, instaurado en 2011 durante el XVIII Congreso Internacional de Conservación y Restauración en Granada, España, reconoce la invaluable labor de estos especialistas en la preservación de la memoria histórica de la humanidad.