Fotografía: Especial
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Cancún, Quintana Roo. La calma de la joya turística del Caribe mexicano se rompió en una explosión de furia ciudadana. Hartos de bloqueos que paralizaron el único acceso vehicular a la zona hotelera, pasajeros del transporte público enfrentaron a golpes a manifestantes que exigían justicia, dejando una estampa de caos en pleno corazón de Cancún.

Eran las 19:00 horas cuando miembros del Comité de Víctimas del 9N bloquearon el tránsito, exigiendo respuestas a cuatro años de la represión policiaca que marcó sus vidas. Sin embargo, su protesta tocó el límite de la paciencia colectiva. Un grupo de ciudadanos, atrapados en un autobús, descendió enfurecido para abrirse paso. En cuestión de minutos, lonas, lazos y pancartas fueron arrancados mientras los manifestantes eran retirados por la fuerza.

El zafarrancho, que duró apenas cinco minutos, fue suficiente para liberar el camino. Los pasajeros regresaron apresurados al camión, dejando tras de sí a los manifestantes desconcertados y a cientos de testigos sorprendidos por la escena de justicia por mano propia.

Mientras tanto, las autoridades locales intentaron, sin éxito, mediar con los inconformes. El Secretario General del Ayuntamiento de Benito Juárez buscó establecer el diálogo en dos ocasiones, pero la negociación fue infructuosa. La propuesta de una mesa de trabajo para el próximo lunes quedó como único rastro de una posible solución.

La desesperación se apoderó de los trabajadores de la zona hotelera, quienes, atrapados en el caos de la hora pico, tuvieron que caminar kilómetros bajo la noche cancunense para regresar a casa.

Este incidente expone una creciente fractura en el tejido social de Cancún: por un lado, la demanda legítima de justicia de los colectivos; por otro, el hartazgo de una ciudadanía cansada de ver interrumpida su vida diaria. ¿Dónde queda el equilibrio entre protesta y convivencia? Por ahora, las imágenes de este choque permanecerán grabadas como un recordatorio de la tensión que persiste bajo el sol caribeño.


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