Después de 20 años sale de la congeladora y se da paso a la “Tauromaquía sin sangre”
Si la fiesta brava es arte, pases, pasión, adrenalina y emoción, en adelante se deberá cruzar la barrera de la tradición cultural, artística e histórica, y pasar a la modalidad de un “Espectáculo taurino libre de violencia” para seguir expresando ¡Que viva la fiesta brava!”.
Habiéndose aprobado la reforma para transformar las corridas en espectáculos taurinos “sin violencia” impulsada por Clara Brugada, jefa de Gobierno de la capital, luego de un debate que se prolongó durante más de 20 años, que se creía imposible, quedan en los burladeros las protestas de aficionados, toreros, ganaderos, empresarios y otros actores del gremio taurino.
Afuera del Congreso de la CDMX, un grupo de mozos de cuadrilla, con camisas y cachuchas rojas y corbatas levantaban letreros emulando nombres de ejemplares de lidia: “Dialogo”, “Si a los toros”.
Adentro, Jesús Sesma celebraba: Hoy los seres sintientes, -refiriéndose a los toros-, que no habían tenido voz, han sido escuchados. Hemos triunfado.
Acto seguido Rebeca Peralta, una diputada que desplegó una intensa actividad en favor del dictamen de la no violencia, junto con otros legisladores pevemistas, desplegaron posters que pasaran a la historia mostrando buriles lacerados, a punto de morir.
Daniela Álvarez, coordinadora de esta tarea, también del PVEM, en un mensaje conciliador, hablo del triunfo del consenso al referir que:
“La sociedad cambio y queremos dejar claro que su pasión no ha sido condenada, sino convertida en un nuevo capítulo que busca permitir la evolución de esta tradición sin recurrir al maltrato animal”.
Un enfrentamiento entre guardianes del orden y taurófilos que pretendían entrar al recinto legislativo para manifestar su descontento, marco el cierre de este capítulo histórico para la capital.
Ahí en las escalinatas de Donceles llegaron jóvenes con su traje de luces y la tauromaquia en la sangre a ejecutar pases con una naturalidad sorprendente, absorbiendo cada detalle del arte taurino, pidiendo que la reforma no pasara.
Pero el veredicto, en lo general quedó listo para modificar en adelante la práctica taurina que se institucionalizo el 5 de febrero de 1946, cuando la Monumental abrió sus puertas.
Desde ese día, en lo individual, por parejas y familias han sido testigo del ir y venir de aficionados y toreros, conservando la esencia de una tradición que hoy cambia de método y que para muchos representa una amenaza a la fiesta brava ante la ausencia corridas sin banderillas, lanzas ni espadas.
LA NUEVA MODALIDAD
En adelante se destierra el puyazo inicial, los pares de banderillas, y la estocada para matar al toro en el ruedo.
La reforma impulsada por Clara Brugada, jefa de Gobierno de la capital, prohíbe la muerte y el maltrato del toro dentro y fuera de la plaza, exige cubrir los cuernos de los animales durante la corrida con el fin de protegerlos y limita la duración de los festejos taurinos a 30 minutos por evento.
También contempla que los toros utilizados durante el espectáculo sean devueltos a su ganadería de procedencia al final de la corrida, similar a la concesión de indulto que otorga el juez de plaza, cuando las condiciones de lidia y bravura quedan a la vista de los asistentes.
Esta reforma apoyada por la Presidenta Claudia Sheinbaum, sienta dos precedentes muy importantes. Uno: que se consolida la disposición de la Constitución de la Ciudad de México y que por primera se votó por 61 votos a favor uno en contra, -la del diputado Pedro Haces-, luego más de dos décadas que permaneció en la congeladora.
De todos los ires y venires en el mundo de los toros, un rasgo indispensable va a perdurar: La llamada “tienta” considerada la prueba de bravura que se le realiza a los bovinos para medir la resistencia y bravura de los animales.