En un giro dramático de los acontecimientos, Conor McGregor, la estrella del UFC conocida por su destreza en el octágono y su personalidad explosiva, ha sido encontrado responsable en un tribunal civil por agresión sexual. La sentencia requiere que McGregor desembolse una suma considerable, más de $250,000, a Nikita Hand, quien lo acusó de un violento asalto sexual ocurrido en 2018.
La controversia surgió tras un encuentro en un penthouse de un hotel en Dublín, donde Hand afirmó haber sido brutalmente agredida y violada por McGregor. La acusación llevó a un juicio civil en Irlanda, donde después de un intenso debate y una deliberación de seis horas, un jurado compuesto por doce miembros, ocho mujeres y cuatro hombres, concluyó que McGregor era culpable de agresión, aunque no de los daños agravados o ejemplares.
McGregor, quien ha negado rotundamente las acusaciones, argumentó que la interacción entre él y Hand fue consensual. En respuesta a la sentencia, el luchador tomó a las redes sociales para anunciar su intención de apelar, subrayando que la decisión del jurado se limitó a la agresión sin incluir daños adicionales punitivos. «El jurado no tuvo la oportunidad de revisar toda la evidencia que el DPP examinó», declaró McGregor, sugiriendo que había más en la historia de lo que el público conoce.
Por su parte, Nikita Hand, quien aseguró que el incidente le causó múltiples contusiones y trastorno de estrés postraumático, expresó su esperanza de que su caso inspire a otras víctimas a buscar justicia. «Este es un paso hacia la sanación para mí y para todos los que han sufrido en silencio», dijo Hand afuera del juzgado.
El caso ha resaltado las complejidades del derecho civil frente al penal, donde el estándar de prueba es diferente. Mientras que en los casos civiles se requiere demostrar la responsabilidad por «preponderancia de la evidencia», en los criminales se necesita ir «más allá de toda duda razonable». McGregor no enfrentó cargos criminales debido a que, según el Director de la Fiscalía Pública, no había suficiente evidencia para proceder.
Este veredicto no solo añade un capítulo más a la vida pública de McGregor, sino que también abre una discusión sobre la responsabilidad de las figuras públicas, la justicia en los casos de agresión sexual, y cómo la fama y el poder pueden influir en los procesos legales.